viernes, 3 de diciembre de 2010

Qué país! IX

Vamos a Las Vegas! Una copita?

O, una siestecita?...

En México, todo es transparencia...

LA CORNADA

Por Renecio del Rincón t.

“Los principios de PRI son el fin de los principios”… -Arq. Nemesio Maisterra.

¡Se destapan caños!...

En verdad, hoy día se necesita mucho valor y estómago para recorrer las noticias que los diversos medios de información nos dan a conocer y que van desde las luchas sin esperanza, ya sea contra la multicéfala hidra del narcotráfico en México (y, ¿el Chapo cuándo?), o el asqueroso corporativismo político de los omnipotentes sindicatos amamantados por décadas en la Pax Priísta, a los que una década de panismo ha sido incapaz de sofrenar. Con la honrosísima excepción del Sindicato Mexicano de Electricistas, otrora fuente ubérrima de recursos para la militante izquierda mexicana. Claro que la más temible y duradera lacra nacional es la Medusa de la corrupción en nuestra sociedad…

Ante la demanda de imponer algo de orden ciudadano en nuestra ciudad, alguna autoridad local, crípticamente, me indicó que “Las cosas ya no eran como antes…” Cosa que es ciertísima, al menos en lo que a libertad de información concierne. ‘Antes’, durante la Pax tricolor mencionada, TODOS los medios nos alimentaban sólo con noticias positivas y optimistas; y no porque todo marchara bien, sino porque era el reinado del ‘chayote’ y el laissez faire. Ahora ya se puede, al menos, porque tampoco pasa nada, hablar y exponer las metidas de pata, corruptelas y barbaridades de nuestras decantadas autoridades y organizaciones antes ungidas como inmarcesibles e inatacables: Como el reciente machetazo a caballo de espadas sorrajado por la TV a la revista de izquierda Proceso y su reportero Ricardo Ravelo, señalados como recipientes de soborno en efectivo -cosa de más de 50,000 dólares- por el ‘capo’ recientemente detenido Sergio Villarreal ‘El Grande’ (de olor). Todo ello cuando la revista se daba vuelo acusando de lo mismo a la propia TV y a medio gobierno federal, incluyendo al difunto exsecretario de Gobernación Mouriño (“A moro muerto, descomunal lanzada”…) Con lo que, simplemente, corroboramos que ‘todo anda podrido en Dinamarca’… Y, ¿qué les parece el nivel ‘cultural’ de muchos diputados federales pescados y juzgados por su velocidad de lectura equivalente a la de alumnos de primaria, honrosamente encabezados por el tres veces diputado y líder ferrocarrilero de largas uñas (envuelto actualmente en escandalillo financiero por ‘cosita’de 3,500 millones de pesos…) Víctor Flores Morales, cuyo nivel de lectura -medido- es el de un niño de cuarto grado de primaria… No olvidemos que, además del narcodiputado Godoy, ya también es diputado con fuero en su Oaxaca el belicoso activista sAPPO Flavio Sosa, de negrísima memoria en la más negra hora de la mártir ciudad de Oaxaca… ¡No hallamos si reir, o llorar!

A nivel estatal, el diario Mural se ha convertido en eficaz matadragones (¿o serán, dinosaurios?) anotándose sonados éxitos, como el del exlíder de la FEU defenestrado de la secretaría del Congreso por creer que ya estaba en pleno regreso el auge priísta; o del ‘viajecito de trabajo’ del alcalde priísta tapatío y su regidora favorita a Las Vegas, imán irresistible al parecer de funcionarios municipales priístas, como el más reciente del contralor y su doliente esposa (que fue a recetarse a Tucson, dicen) bien acompañados en jet particular por empresarios de la construcción tapatíos beneficiados con contratos y licencias irregulares de construcción por el Director de Control de la Edificación en Obras Públicas, casualmente socio del contralor en otra empresa constructora. ¡Qué organización! Ni duda cabe que ‘ellos’ sí saben cómo hacerlo…

Y, para endulzarnos la amarga píldora: En la FIL tapatía y bajo el influjo de copiosas y tequileñas libaciones, hizo ‘el ridi’ ante entrevistadores radiofónicos, el inefable chapulín político Porfis Muñóz Lelo, digo, Ledo; quien amenaza con destronar de la gubernatura a su compadre etílico Emilio González, por oponerse a su anfitrión, el culto capo del Clan Padilla… ¡Uy, qué miello!, exclamó nuestro ‘Etilio’.

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