viernes, 26 de marzo de 2010

La fuerza de la vergüenza

Calles de Sayula...


Chamuri, nave surcoreana hundida ayer por Corea del Norte. Como que no aprenden...

LA CORNADA

Por Renecio del Rincón t.


“Cristiano es alguien que se arrepiente el domingo de lo que

hizo el sábado y volverá a hacer el lunes”…

-Anónimo.

La nakería se universaliza

Juan Masiá señala dos estilos de moral, apoyándose en Bergson: cerrada y abierta, legalista o personalista. Explica: "Quien dice “no me salto el semáforo [delito] para evitar la multa” y quien dice “no me voy con la mujer del prójimo porque mi Dios lo prohíbe y me va a castigar” están al mismo nivel de moral cerrada (tanto si son creyentes como si no lo son). En cambio, quien dice “observo las reglas de tráfico porque, aunque no me coja la policía, es para mí importante evitar accidentes, proteger otras vidas y la mía” y el que dice “no violo a esa chica porque merece que la respete y me respete a mí mismo” están a nivel de moral abierta. Me parece esto mucho más importante que el que sean o no sean creyentes de alguna religión". Este al parecer complicado galimatías moralista tiene su razón de ser ante la presente situación de nuestra vida cotidiana. Y me refiero a lugares considerados pacíficos y seguros como nuestra Sayula, aunque con sus asegunes… Desde luego que comparativamente con Ciudad Juárez, Monterrey y Sinaloa, pues simplemente ¡vivimos en Jauja!


Sin embargo, y quizá por lo habitual y poco sensacional no caemos en cuenta de la multitud de actos antisociales que todo mundo perpetra todos los días consciente o inconscientemente, desde el intrascendente acto de ir regando los desechos de lo que vamos comiendo por la vía pública o, mejor aún, arrojarlos en la ventana de algún ‘rico’ aborrecido; hasta aquellos que llegan a la agresión directa al robar o destruir propiedad ajena, sea privada o municipal, o rayar y grafitear las fachadas por donde transito; pasando por una multitud de agresiones menores: la moda de estéreos y voceo desconsiderados; transportes públicos que se apoderan de calles enteras como terminales, donde sus choferes lavan y barren sus unidades, las reparan, holgazanean, molestan a las féminas al pasar formando temibles pandillas atravesados en la banqueta y… desahogan sus necesidades intestinales en una bolsa de plástico que luego largan en cualquier dintel, o cualquier otra forma de usar las calles como W.C. Sigue la lista si consideramos otra moda juvenil: patinetas, bicicletas y hasta motocicletas circulando por espacios peatonales: banquetas y plazas públicas. Claro que me quedo corto en la enumeración, el lector conoce de muchos otros por el estilo, como la ingesta de alcohol en vehículos y vía pública.


Publica apenas hoy Germán Dehesa: “Pronto, los nakos se apoderarán del mundo y las buenas maneras, esas que nos permiten convivir respetuosa y cotidianamente, habrán desaparecido. Ya se empezó a ser nako si esto de “las buenas maneras” nos parece una inutilidad y una cursi hipocresía de las clases altas”… Es un hecho que la autoridad no puede asignar un guardián a cada ‘nako’ poseedor de aquel tipo de ‘moral cerrada’ que se ejerce por temor a la sanción. Lo pragmático y posible sería inducir en la ciudadanía la adopción de la ‘moral abierta’ basada en el propio convencimiento hacia una conducta verdaderamente social. Lo primero que salta a la palestra para su inducimiento es desde luego el propugnar por una mejor educación en todos los niveles, cosa que puede tomar largo tiempo y sería efectiva tan sólo a largo plazo; adicionalmente en México tropezamos con el escollo de los sui generis educadores que el país padece, y cuyas monadas serán tema de nuestra próxima entrega.

De fuente fidedigna, sabemos de la inminente realización en Sayula de un programa auspiciado por su autoridad municipal que se sustenta en y enfatiza lo que llaman: “La fuerza de la vergüenza”, encaminado justamente a crear conciencia ciudadana y moral en nuestro comportamiento social cotidiano. Esperemos confiados en su implantación que sin duda traerá beneficios a nuestra cada vez más deteriorada y degradada sociedad. Estaremos al pendiente…


Y, para endulzarnos la amarga píldora: A un señor le preguntó un amigo: “¿Qué harías si ganaras el sueldo del Presidente? “No sé -contestó él- Pero me gustaría saber qué haría el Presidente con el sueldo que gano yo”...

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