viernes, 19 de diciembre de 2008







LA CORNADA
Por Renecio del Rincón t.
Feliz Navidad y próspero año deseo a todos mis 3 lectores!


“Nada ha sido, nada será; todo es y pertenece al presente”...
-Anónimo
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Amalia Solórzano de Cárdenas+ 1911-2008
Nos deja una gran personalidad mexicana. Indiscutible. Claro que la inefable izquierda se lamenta -natural-, lo notable es que sectores 'reaccionarios' e insospechados (yo, sin ir más lejos…) reconocen su talla. Que nada tiene que ver con la izquierda, el rojo fue su marido o su hijo y nietos. En el libro que ‘escribió’, “Era otra cosa la vida”, narra su primer encuentro con don Lázaro, militar desfilando bajo su balcón en Tacámbaro, le fue presentado luego en convivio celebrado en una finca michoacana llamada “Los Pinos”. Flechazo instantáneo que por el acendrado catolicismo de los Solórzano tan sólo fructificaría 8 años después. Ya presidente Cárdenas, construyó (alevosamente, dentro del Bosque de Chapultepec) la actual residencia presidencial donde naciera Cuauhtémoc en el mismo año que este humilde escriba. Lo anterior nos confirma dos manías locales también indiscutibles, a saber: Que el corazón manda, aún en el escabroso ámbito de la puerca política, y que todo prohombre mexicano que se respete tiende ineludiblemente a construir -lo que sea- dentro de las áreas públicas supuestamente recreativas, parques y jardines. ¡Olé!

Doña Amalia, como primera dama, rehuyó los reflectores públicos, que cedió a su esposo, con dos señaladas excepciones: 1.- La llegada a México en 1937 de 460 menores exiliados, hijos de españoles republicanos: los llamados ‘Niños de Morelia’, avivó su piedad maternal y los cobijó bajo su manto protector, poderoso hasta su muerte. Tal hecho motivó que por el actual deceso, la opinión en la Madre Patria se unificó -cosa más que rara- y rojos y monárquicos han presentado sus sentidos respetos a la ya anteriormente galardonada en ese país con la Gran Cruz de Carlos III, por la magnánima solidaridad internacional de la dama mexicana, justamente bautizada por los medios españoles como “La Mamá Grande del exilio español”. Si tomamos en cuenta los 10,000 fusiles mexicanos con un millón de cartuchos 7 m.m. que -rompiendo un embargo mundial de armas a España- don Lázaro obsequió a la República, el reconocimiento hacia la fallecida por los tildados ‘monárquicos’ es más que loable. Noblesse Obligue… 2.- Cuando la expropiación petrolera en 1938, Doña Amalia a pedido de su esposo, encabezó la colecta popular de fondos (mayormente simbólica) para el pago de indemnizaciones a las petroleras extranjeras perjudicadas por el decreto presidencial. Y párele de contar de actuación política, pública al menos… Descanse en paz la connotada dama mexicana.


Tambora y más tambora, resonar
El pasado domingo 14 por la tarde acudía una ambulancia a una emergencia en el centro de la población, más fue imposible que llegara a su destino pues, como en tantas ocasiones anteriores, el primer cuadro estaba torpemente bloqueado por sordos y ciegos armatostes municipales atravesados en cruces estratégicos. Causa, motivo u razón: Espectáculo público frente al Banquetón. Finalmente y con harta demora, la enferma pudo llegar al hospital gracias a los esfuerzos de sus familiares que lograron vencer el eterno y consabido “Pos yo no sé, son órdenes”… ¿Y para qué se construyeron plazas, auditorios o unidades deportivas? Cuando se metía a crítico político en su show, el finado Paco Stanley decía: “No es que la Autoridad deba ser infalible, no, pero es que es una tras otra, una tras otra…” Como con el nuevo cambio a la circulación de vehículos (ahora hacia el sur) en la calle frontera al portal Galeana, único tramo así en una larga calle hacia el norte como es Prisciliano Sánchez-Ramón Corona. Todo ello sin previo aviso y sin el necesario señalamiento formal, como se puede apreciar arriba en nuestras fotos. Esperemos que la siguiente genialidad de la ‘autoridá’ no vaya a ser ponerla… en diagonal.




No cabe la menor duda de que el pueblo mexicano en general, y el de Sayula no canta mal las rancheras, es un ente con un irresistible concepto lúdico de la calle pública. (Lúdico: Relativo o perteneciente al juego, según Messrs. Porrúa) Y no es que él tenga la culpa de ello, pues el último recurso de toda mamacita auténtica, cuando ya no aguanta las trapacerías del chilpayate mocoso, es ponerlo de patitas en la calle para que le dé guerra al vecino o, con suerte, para que lo apachurre un coche. Ya sea que el mexicano quiera divertirse, emborracharse (tal vez las 2 cosas mientras asiste a un espectáculo público a media calle, ¿dónde mejor?), transportarse, ligar con el sexo opuesto (o cualquier sexo), hacer desmadre o destrozos a la propiedad ajena, o tan sólo quizás refrescarse, el ciudadano/a simplemente se sale a la calle convencido de que ésta es libre no nomás para transitar, sino para hacer lo que se le antoje; al fin que la Autoridad no puede -ni quiere- ponerle un policía que ‘cuide’ a todo ciudadano/a…

Así pues, no hay remedio posible para hacer de la calle pública (esto es, de todos y por ende de nadie en particular, ni siquiera de la propia autoridad), lo que verdaderamente debe ser: una vía de comunicación simple y llana, remediarlo sería ir en contra de usos y costumbres tribales, digo ancestrales. Dice el sabio dicho marinero: “Pescado que lucha contra la corriente, termina electrocutado”… Deberemos por tanto resignarnos a el caos vial provocado por la propia ‘autoridad’ vial y congéneres al cerrar cotidiana y arbitrariamente calles por espectáculos, manifestaciones o procesiones (y son 20,000 vírgenes, imagínate…) y sepelios abusivos, en sentido contrario y con mariachi; prevenirnos de tímpanos reventados por omnipresentes cohetes de dinamita, autoestéreos o anuncios ambulantes a todo decibelaje, igual que gritos destemplados de imberbes desesperados que se sienten ya hombres porque ignoran que son tan sólo las hembras de la especie, las que dirimen sus pleitos a gritos… No sé ustedes, pero de la ‘música’ automotriz yo tan sólo discierno el potente tamborazo. Cosa que me trajo a la memoria pegajoso son afro-cubano que, allá por los 40s o 50s, cantaba sabrosamente en sus películas la actriz Mapy Cortés mientras meneaba el ‘bote’ en agitada rumba: “Tambora y más tambora, resonar / son los hijos de Buda, que se van; / tambora y más tambora retumbar, / cantando van los hijos del Buddáh. / ¡Ayy Buda!, buda, buda, buda; / ¡ay Buda!, buda vá /……” (se repite). Al fin que la calle, como la cuba, es libre…

Y, para endulzarnos la amarga píldora: El padre Arsilio reprendía a su feligrés Pitoncio. “Me dicen que tienes una mujer aquí y otra en el pueblo vecino –le dice con severidad- ¿Cómo puedes hacer eso? Responde el tal Pitoncio: “Lo que pasa es que tengo bicicleta, y como en ese camino casi no hay peregrinaciones...”
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