jueves, 8 de julio de 2010

Esas matemáticas!...

Adolescente macaco y grafitero en la escuela.

Inicia la San Fermín, el pitón tan sólo prendió la playera. Uf!...

LA CORNADA

Por Renecio del Rincón t.


“Recuperemos el placer de contemplar las cosas con una cierta perspectiva”…

-Enric Juliana, editorialista de La Vanguardia de Barcelona.


5 x 50 = 300…

Ya todo el mundo lo sabe que en México la educación de nuestras juventudes anda por donde andan los trapeadores y escobas: Por los suelos. Cada año sigue el país ocupando los primeros lugares de atrás ‘palánte’, en aprovechamiento escolar principalmente en matemáticas y español (que no es otra cosa que gramática española). El dedo acusador ante tales deficiencias señala, no sin buena dosis de razón, al políticamente poderoso y opulento sindicato magisterial por enfocar sus esfuerzos en todas direcciones (en especial las políticas), excepto en la superación y calidad de la educación en México.

Pero, tan poderosos señores y sobre todo señoras, contraatacan en su defensa y descargo del docente a quien se le hace el primer responsable de tan desolador panorama educativo. Ahí tiene ustedes que con ese laudable fin hace su aparición, cual salvador Chapulín Colorado, nada más ni nada menos que: “El Síndrome de Burnout”… (“Quemado”, en castizo). La editorialista de Mural, doña Paulina Martínez de todos mis respetos, ha iniciado una serie de sesudos reportajes aparecidos en primera plana -nada menos- de la sección Comunidad, del diario Mural: el pasado lunes 5, se refiere al agotamiento presuntamente sufrido por el 84% de ‘profes’, al impartir cada uno de ellos un promedio de 30 horas de clase a la semana. Presenta Paulina el caso concreto de una maestra que “da la clase de Español a 300 estudiantes en la Secundaria Técnica 1 en cinco distintos grupos de 50 alumnos cada uno”.


Aparte de que a doña Paulina no le salen las cuentas aritméticas simples -seguramente tuvo una maestra de matemáticas también agotada por el síndrome ese- es de pensarse que los parámetros en queja se antojan un tanto cuanto manipulados con maña para justificar al últimamente vapuleado gremio docente. Rememorando mis muy lejanos días de estudiante, resulta que con toda seguridad mis maestros y maestras fueron de un temple muy especial, para quienes meras 30 horas semanales eran un bombón fácilmente deglutido, esto es 6 horas por cada día laborable; recordando que se trata de semana inglesa. Con la salvedad de mi primaria, realizada en una muy pequeña escuela particular, a partir de la secundaria y hasta profesional, mis grupos invariablemente fueron de entre 40 a 50 alumnos sin que ello les ocasionara síndrome alguno a los ‘tichers’. Ahora que tamaña resistencia de esos profesores, quizá se debía a que nosotros jamás disfrutamos de la evidente actual permisividad de maestros y autoridades, patente en la segunda parte, el martes, del reportaje que da cuenta de que han repintado esa escuela un mínimo de 50 veces por el generalizado graffiti que, entre otras conductas igualmente reprobables, convierten esa secundaria en “el infierno es un adolescente”… En mis tiempos, al compañero adolescente relajiento simplemente lo sacaba el señor profesor de su salón de clases, para no distraer a los que realmente queríamos aprender, que representábamos mayoría. ¡Lo que va de ayer a hoy, entonces no se confundía la libertad con el libertinaje!... Ahora al que sacan del salón es al profe…


Y, para endulzarnos la amarga píldora: “¿Qué pasa cuando llueve demasiado en Monterrey? ¡Se hace sopa de coditos!...” A la actriz Ludwika Paleta se le hizo fácil subir a Twitter el anterior chascarrillo, ¡y así le fue! A ella lo que le llovió demasiado fueron insultos de miles de indignados regios que le dijeron hasta de lo que se iba a morir…

[i]


[i]