LA CORNADA
Por Renecio del Rincón t.
Vanitas vanitatum, et omnia vanitas… -Vanidad
de vanidades, todo es vanidad…
-Proverbio latino y verdadero.
De aquí, de allá y de acullá:
-Escribió Catón el 23/10/10: “En mi casa mi palabra es ley. Eso quiere decir que nadie la obedece. El único que hacía lo que yo ordenaba era mi perro… En un país como el nuestro el Poder Legislativo hace las leyes, el Judicial las interpreta, el Ejecutivo las aplica, y todos las violamos”… Y ese todos incluye a la propia autoridad. Ejemplo al calce: el pasado martes por la noche, en la Plaza de Armas de Sayula ofreció el Ayuntamiento un espectáculo de bailetes y lo cerró con broche de oro al son de tremendas explosiones de las llamadas ‘bombas chinas’ que hizo huir del lugar, presa del pánico, al público desprevenido y roció de peligrosas partículas ardientes a todo el vecindario, con grave riesgo de incendio en azoteas que pudieran contener material inflamable y daños y agujeros en las sombras de malla-mosquitero que algunos patios de ese vecindario tienen, desafiando a la pirotécnica sociedad en que vivimos… Y pensar que a esa misma autoridad le rogamos muchos vecinos que intervenga ante la autoridad eclesiástica para frenar sus abusivos ‘cuetenarios’. Por otro lado, y no obstante la advertencia que hizo Educación Estatal en el sentido de que no permitiría extensiones al puente del Día de Muertos, maestros sayulenses (al menos los de kínder) cerraron el changarro desde el día de hoy, volverán el próximo miércoles: 5 gloriosos días de holganza… Lucidos quedamos los crédulos ciudadanos que tan sólo nos queda exclamar como en el Chapulín Colorado: ¡Oh!, ¿y ahora, quién podrá defendernos?...
-Y aún hay más y más graves casos: En un puente vehicular de Cuernavaca primero colgaba el narco sus amenazadoras mantas después, el 9 de abril, amanecieron colgados dos ejecutados y tres meses más tarde a otros dos, todavía vivos, los colgaron rematándolos luego a balazos desde abajo. Todo ello sin que las fuerzas del orden se percataran oportunamente, limitándose a aparecerse allí horas después. Como el arcoíris, después de la tormenta… ¡Ah!, pero en cuanto se le ocurrió a una agrupación cívica colocar allí su manta exhortando a la sociedad a organizarse contra el crimen organizado: “ ¡Estémos unidos mexicanos!”, no duró ésta ni tres minutos en ser retirada del puente por activos y vigilantes policías que aparecen en su blog acudiendo raudos en su patrulla para hacer el decomiso del subversivo material ciudadano que tanto amenazaba el jugoso contubernio narco-autoridad. Reclama el grupo al gobierno de Morelos: “ ¿De qué lado están? Regresen la manta (que nada tiene de ilegal) a su lugar”… Oídos sordos. A la semana aparecen cosa de 20 mantas similares en puentes del DF, mismas que tan sólo duraron 6 horas antes de ser también retiradas. Claro está cuál es su temor: Si la ciudadanía se uniera, terminaría la puerca connivencia y… el jugoso negocio. Como solía exclamar Clavillazo: ¡Nomás!...
-La inteligente y claridosa Denise Dresser escribió el 18/10/10: “México carga con uno de los mayores peligros de las democracias: una casta de ‘especialistas en mandar’ que se convierten en eternos candidatos. En cada elección asistimos -y contribuimos- al reciclaje de pillos. Y el problema es que alcanzan esa posición gracias a la flojera o al desinterés del resto de los ciudadanos, que dimiten del ejercicio continuo de vigilancia y supervisión que les corresponde. Los idiotas mandan porque otros idiotas los eligen. Los idiotas mandan porque logran erigirse en una especie de diosecillos que siempre tienen la razón, dado que los apoya el pueblo y el pueblo nunca se equivoca”… Que en esencia es lo que mantiene en pie a López Obrador.
Y, para endulzarnos la amarga píldora: La Secretaría de Hacienda detectó depósitos extraordinarios hasta por 24 millones de pesos en las cuentas bancarias del narco-diputado perredista Godoy durante los tres años que fue alcalde Ciudad Lázaro Cárdenas. El indiciado los justifica aduciendo: “No son míos, son de mi mamacita”… Nadie podrá llamarlo ‘el hijo ingrato’.